APARECE LIBRO CON LA HISTORIA DEL METAL CHILENO.
Un libro que recorrerá los inicios del Metal Chileno (1980-1990)El libro contendrá 200 páginas llenas de imágenes, recuerdos , anécdotas y la historia completa del metal Chileno, incluyendo además lo más destacado de las regiones y lógicamente Santiago.El volumen aparecerá en librerías en diciembre de este año y ya suma cerca de dos años de investigación, al tiempo que las bandas no dejan de motivar cabeceo en el extranjero y retoman armas para inyectar experiencia en una escena hiperactiva: veteranos como Warpath, Pentagram, Kingdom of Hate (surgido desde la división de Necrosis) y Dorso se encontrarán el 14 de junio en el Teatro Caupolicán, para celebrar la Cumbre del Metal Chileno.
Y ocurre justo cuando el mundo se repliega a estudiar sobre una escena global, con respetables documentales como "Metal: A Headbanger’s Journey" o "Get Trashed" (2007). "Es una tendencia internacional", confirma Anton Reisenegger, vocalista de Criminal y de los reactivados Pentagram, que vuelven a tocar a Chile el próximo mes, en la Cumbre del Metal Chileno, para luego dirigirse a Europa a cosechar el culto creciente al thrash sudamericano.
Punto cero: 1983. Y para entenderlo, vale una máxima: "Si eras metalero en los ochenta, o tenías una banda o un fanzine, pero algo tenías que hacer", dice Padilla. Y según el estudio, así partió todo: Anton Reisenegger armó el primer fanzine de Chile, "Censored Heavy Metal", una revistilla escrita a máquina, con recortes de revistas extranjeras pegados al lado de los textos, letras de canciones, entrevistas de traducción casera; a tiempo que más hacia el centro de Santiago, emergía Massacre, la primera banda "seria", describe el autor, derechamente thrash y con carnet chileno.
¿Y qué hay de los antecedentes, de Feedback, Panzer, Tumulto? "Las conclusiones que va a llegar el libro es que el rock chileno no es responsable del thrash", responde Padilla.
"No tuvo ninguna influencia sobre bandas como Massacre o Pentragram. En esos años, los thrashers miraban muy en menos a esos grupos porque los encontraban hippies, y los metaleros, aparte estar contra todo, eran como sanos, no querían drogadictos ni nada".
Y comenzó todo. Se armó una tienda donde se congregaban los incipientes thrashers: Rock Shop, "por dos gallos que no eran ni metaleros, pero que uno de ellos tenía una polola azafata que traía los encargos", relata Padilla; se armó el primer festival metalero en calle El Aguilucho; colonizaron lugares como Sammy Shop de Las Condes o el Caracol de Ñuñoa; hasta que Yanco Tolic, fundador de Massacre, consiguió el Manuel Plaza para su iniciación en los "headbangers", en diciembre de 1987.
La convivencia era dura. Estaba la lluvia de escupos que recibían a las bandas, para lo cual Padilla tiene una teoría: "Massacre, en esos años, tenía un personaje externo al grupo que se llamaba Bestial Fucker, que se paraba con un bate en el escenario pegándole al que subía. Le tiraban muchos pollos, y mucho pendejo comenzó a tomarlo como norma. Es curioso cómo esta escena generó tantos códigos de comportamiento, considerando que no había un dirigente o líder".
Y luego estaban los colegas: "La escena no creció sólo por factores externos -la década de la dictadura-; pasó también que la idiosincrasia chilena creó a un metalero demasiado competitivo. A Necrosis, por ejemplo, lo reventaron cuando estuvo en Sábados Gigantes", recuerda.
"Como en todos lados, había cahuines", aporta Rodrigo "Pera" Cuadra, vocalista de Dorso. "Pero siempre hubo buena onda. Teníamos nuestros propios medios, revistas, locales y como era chiquitito, lo cuidábamos. Lo queríamos".
Fuente: DIARIO LA NACION.
3 comentarios:
Yo tengo en mi poder una de estas revistas. salen entrevistas a Dorso, Metal militia etc etc.
Yo tengo en mi poder una de estas revistas. salen entrevistas a Dorso, Metal militia etc etc.
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